36.- MOZA DE LA VIRGEN (VILLALMANZO)

Es una tradición que aún se conserva en algunos pueblos de Castilla, sobre todo, en la provincia de Burgos. Consistía en que durante toda la Cuaresma, un grupo de jóvenes, nombradas para ello, salieran en la mañana de los domingos a postular, recorriendo todas las casas del pueblo. Cuando los vecinos se lo pedían, cantaban canciones alusivas al evangelio de cada domingo.

Si bien desconocemos el origen exacto de esta tradición, si sabemos que se basa en otra, aún más antigua: la de poner “el Monumento”. Este monumento era un altar, normalmente de madera, donde, tras la misa del Jueves Santo, se trasladaba al Santísimo Sacramento, y donde permanecía hasta los oficios del Viernes Santo. La custodia y adoración al Santísimo se realizaba mediante turnos de vela que constantemente oraban ante Él.

El monumento era engalanado por los fieles que se esmeraban en embellecerlo lo más posible, empleando para ello, sobre todo, adornos florales y gran iluminación. Los adornos florales, normalmente eran las macetas y floreros que se tenían en las casas, y la iluminación era a base de velas.

El gasto en cera durante la Semana Santa, tanto la empleada en el monumento, como en las procesiones o en el canto de los Oficios de Tinieblas, como se llamaba entonces al canto de los Oficios divinos, era enorme. Por ello, los párrocos fueron los propulsores y difusores de las llamadas “Mozas de la Virgen” o “Mozas pedidoras”, e incluso los autores de las canciones.

Las Mozas cumplían con otras dos funciones: eran las responsables de la vela ante el Santísimo Sacramento: cuidaban de que las velas permanecieran encendidas en todo momento, que la cera no cayese al suelo… Pero también cumplían una finalidad pedagógico-religiosa: antiguamente la Epístola y el Evangelio eran en latín (hasta la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II). La gente no entendía el latín, pero sabían lo que decía el evangelio por el sermón del cura y por las canciones de las Mozas.

Su papel es destacado en todos los actos de la Semana Santa pero, son las protagonistas de la Procesión del Encuentro, portando la imagen de la Virgen, y cantando viejas coplillas que van describiendo e introduciendo al fiel en la alegría de la fiesta. Y también las encargadas de preparar la llamada tarta de la Virgen: forman un manto con rosquillas y emes, sobre un armazón de paja de centeno, que sortearán en la tarde del domingo.
      


Ya quedan pocos pueblos que guarden esta tradición, Villalmanzo, enclavado en la ribera del Arlanza, es uno de ellos. En esta localidad el grupo de Mozas está formado por seis jóvenes ataviadas con un sencillo y bonito traje:    
Medias blancas con zapatos negros.









Cancán bajo falda azul y delantal negro.


Chambra o corpiño negro.

Sobre la chambra, pañuelo blanco en pico y sobre el pecho un crucifijo.




Pelo recogido y, por tocado, lucidos lazos de colores.



Agradecer a Nieves Cabo, licenciada en Historia y al grupo de amas de casa de Villalmanzo su aportacion para conocer esta tradición y a la vez poder realizar esta indumentaria tradicional y poco conocida de la provincia de Burgos.