Acompañan a los danzantes y tienen su origen en una figura grotesca que con extravagante indumentaria representaba al pecado y al demonio y espantaba a las gentes quienes le dirigían improperios y burlas. Están vestidos con traje de colores llamativos, con gorro cónico y llevan en la mano una cola de caballo con la que despejaba las calles huyendo del Santísimo. Los Tetines acompañan a los danzantes; uno de ellos es el maestro de danzas y viste traje azul, los tres restantes acompañan y ordenan el grupo de danzantes.
Los Tetines van tocados de vistosas mitras y sus gayos trajes de fieltro dibujan rombos de colores que recuerdan al de los “Zaharrones” de nuestro carnaval más ancestral o al del “Capidiablo” y “el Colacho” de la Celebración del Corpus Christi, en la mano llevan un zurriago de cola de buey lo que unido a la mitra les entronca de alguna manera con personificaciones de antiguas mitologías. Sus atavíos alternan de los colores grana, sinople y blanco, mientras que el del Tetín Mayor se distingue por su fondo índigo, los remates en punta, tanto del cuello como los de los bajos de sus casacas, van adornados de sonoros cascabeles.
Los trajes que
llevan los tetines desde el año 2008 en la procesión del Corpus, en el Curpillos, y en las fiestas de San Pedro y San
Pablo, fueron restaurados con base a los bocetos originales, utilizados
hasta los años 70. El resultado final es fruto del trabajo que realizaron las ocho alumnas del taller de empleo de recuperación de estancias y
trajes nobles, así como de la labor de documentación realizada por su
responsable, Alfonso Díez.
En esas labores de estudio, a través de bocetos e imágenes de principios del siglo XX, Díez descubrió que a partir de 1970, los trajes de los tetines y danzantes de Burgos fueron transformando algunos de sus elementos singulares, causa quizás achacable a la falta de materiales aunque se desconoce. De ahí, que el trabajo de restauración de los trajes, hecha artesanalmente, se haya basado en los originales o por lo menos, en los ropajes que se sabe, llevaban los tetines y danzantes antes de ese año. Varían detalles como los cascabeles que se han hecho dorados o los adornos de las mangas, más grandes. Sin embargo, los cambios fundamentales hacen que tanto los cuellos, como las aletas de las casacas o el calzado sean a partir de ahora más arlequinados. En total el taller ha restaurado siete de tetines,
DESCRIPCION DEL TRAJE :
Cabeza: Gorro alto de fieltro blanco con flecos amarillos.
Tronco: Chaqueta de dos colores salteados, verde y rojo, con cuellos de picos terminados en cascabeles y jugando con los colores, verde, rojo y blanco; el borde de la chaqueta termina igual. En la espalda lleva rombos blancos
Cadera: Pantalones largos bicolores con rombos blancos en los laterales y botón de color en el centro. (antes de la recuperación del traje era negro )
Piernas: Zapato bicolor a juego con el traje y calcetín bicolor (rojo y verde)
Aderezos: Un mazo de madera terminado en cola de vacuno.
El Tetín Director lleva el mismo traje, pero cambiando el color verde por el azul.
SAN LESMES: PATRÓN DE BURGOS.
Seguramente cualquier burgalés sabe que San Lesmes es el patrono de nuestra ciudad y que cada año se celebra su fiesta el domingo más próximo al 30 de enero que es el día en que se conmemora su muerte allá por el año 1097.
También sabe cualquier burgalés que ese día la corporación municipal junto con autoridades invitadas de Loudun – ciudad natal del santo – se desplazan escoltados por guardias de gala desde la Casa Consistorial hasta la Iglesia de San Lesmes, acompañados de los Gigantillos y grupos folclóricos y que tras el acto religioso se degustan en la plaza de San Juan los panecillos del santo bendecidos junto con otros productos típicos como chorizo, morcilla o vino.
Pero ¿sabemos todos los burgaleses quién fue ese tal Adelelmo – bautizado por estas tierras como Lesmes – que ya en vida fue considerado santo y que casi desde su muerte fue elevado a la categoría de patrón de la ciudad?.
San Lesmes nació en Loudun, al norte de Poitiers, probablemente hacia el año 1035 en el seno de una familia noble y rica. En sus años de juventud ingresó en la milicia al servicio del rey de Francia siguiendo los deseos de su padre. Parece ser que este modo de vida no era para lo que estaba destinado porque tras la muerte de sus padres abandono las armas y tras escuchar estas palabras: “Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes dalo a los pobres y sígueme.”
Distribuyó todas sus posesiones entre los más necesitados e inició peregrinación a Roma. En una de las etapas del camino llegó a la abadía benedictina de Casa-Dei en Auvernia donde le acogió su abad Roberto, quien vio en este joven tan especiales actitudes que le invitó a profesar como monje. Adelelmo quiso culminar su peregrinación, pero prometió al abad tomar los hábitos a su regreso.
Y así fue, dos años después regresó al monasterio, eso sí, tan desmejorado por la peregrinación y las mortificaciones por ayuno y penitencias, que hasta al abad le costó reconocerlo.
Una vez en la abadía se dedicó por completo a la vida religiosa y a los demás, de modo que rápidamente fue extendiéndose la fama de ser persona santa y que había sido enriquecido por Dios con el don de hacer milagros.
Cuenta así su biógrafo Rodulfo en el libro Vita de Adelelmi que en esta época obró varios milagros relacionados con sanaciones de todo tipo.
De todas las provincias circunvecinas afluían las gentes hasta el siervo de Dios, venían con súplicas y obtenían la gracia que suplicaban del siervo de Dios, recuperando la salud de todas las enfermedades.
En cualquier lugar que era invocada su misericordia se hacía presente, y del pan bendecido por él o de cosa similar resultaban efectos prodigiosos allí donde eran enviados.
En Inglaterra reinaba una mujer muy religiosa la cual, al llegar a sus oídos la fama y milagros del hombre de Dios, que se había extendido por todo el mundo, envió al santo unos mensajeros con súplicas a favor de ella misma. La reina padecía una enfermedad y deseaba del santo que se dignase enviarle alguna partícula de su frugal alimento San Lesmes, sabedor de que los fieles se salvan por la fe, le envió la cuarta parte de un pan en cuanto tomó [la reina] una partícula del pan quedó sana al instante de toda enfermedad corporal. Y después de ella, otras muchas gentes de toda la provincia quedaron sanas de todos sus males.
No es de extrañar que la fama de santidad de Lesmes fuese creciendo hasta llegar más allá de los Pirineos y dice Rodulfo que en España, como en otras regiones remotas, la fama del hombre de Dios se extendió mucho.
Tanto fue así que la reina Constanza, segunda esposa del rey castellano-leonés Alfonso VI, también francesa, quedó maravillada por los milagros de su paisano y no dudó en poner todos los medios a su alcance para hacer que abandonase el cargo de abad en Casa-Dei y traerlo a su corte.
A Lesmes, siervo de Dios, digno de toda veneración, Constanza, reina de España por voluntad de mi esposo Alfonso, mi rey y señor, suplico devota y fervientemente salud perpetua en Nuestro señor Jesucristo Es nuestro deseo que llegue al menos alguna vez la enseñanza de los apóstoles hasta nosotros, pues los Pirineos nos alejan tanto de los demás fieles que parecemos apartados en un rincón del mundo por eso te encarecemos y rogamos que tengas compasión de nosotros y vengas a España. Así nuestro pueblo, al ver los milagros de Dios obra por medio de ti y que nos han contado, se corregirá de sus costumbres corrompidas gracias a tu ejemplo.
Lesmes, al conocer la fe de la reina dijo:
Aunque yo soy pecador, su fe la salvará; que se cumpla lo que desea. Aunque aquí soy necesario, bien por la caridad de esta reina, bien porque el Señor me llama allí, estoy dispuesto a renunciar ahora a todos los lugares de mi patria, como renuncié un día a mis bienes.
Y así fue, Adelelmo llegó a España hacia el año 1080 y no solo debemos culpar a los ruegos de la reina como los responsables de la venida del santo, sino a los acontecimientos que estaban sucediendo en esos momentos en toda Europa y que tenía a los mojes de Cluny, como Lesmes, de instrumentos ejecutores. Nos referimos a la Reforma Gregoriana.
Dicha Reforma se tradujo en estas tierras en la sustitución de la liturgia hispánica o rito mozárabe, por la liturgia romana que ya se practicaba en el resto de la cristiandad europea y que la reina Constanza tenía especial interés en implantar en su reino.
San Lesmes fue testigo de las tensiones que produjo este cambio litúrgico y las dificultades de su implantación.
Lesmes también vivió en la corte de los reyes Alfonso y Constanza la euforia victoriosa de la conquista de la imperial ciudad de Toledo en 1085. Y precisamente junto a esta ciudad, ante el ejército del rey Alfonso cuentan que tuvo lugar el milagro del santo que atravesó tranquilamente, sentado en su burro, el desbordado río Tajo.
Adelelmo fue contemporáneo del Cid Campeador y es probable que ambos llegasen a coincidir e incluso conocerse puesto que ambos seguían por igual a la corte y séquito de Alfonso VI.
Escribió Rodulfo:
Los Reyes recibiéronle [a San Lesmes] como cosa tan deseada y le mantenían a su lado como venido del Cielo. Llevábanle en sus expediciones y por todas partes crecían sus maravillas en la corte y en las ciudades. Detuviéronle largamente, hasta que considerando el rey no ser decente traer entre la bulla de la corte a un tan santo varón, que por entregarse todo a Dios había renunciado la abadía, le destinó a Burgos dándole la iglesia de san Juan Evangelista que fundó junto a las puertas de la ciudad para hospedar peregrinos. Fundó el rey también un monasterio, arrimado al hospital y se le dio, agregándole a Casa-Dei
Como dice su biógrafo el asentamiento de san Lesmes en Burgos estuvo ligado al hospital de san Juan Evangelista que el rey Alfonso VI mandó construir en la margen derecha del Vena entre 1072-1085 para acoger a los peregrinos, junto al Camino de Santiago a la entrada de la ciudad. Lo había dotado de iglesia, con las huertas y tierras de sus alrededores y también con cementerio para acoger los restos de esos caminantes que fallecieran en la ciudad.
Y posteriormente, como también apunta, en 1091 el rey fundó el monasterio de San Juan que donó en la persona de Adelelmo a san Roberto de Casa-Dei y cuyo documento que así lo atestigua custodiamos en este archivo con todo celo y orgullo por ser nuestro documento más antiguo y al que ya le dedicamos una entrada en este medio.
Dejó desde ese momento san Lesmes de seguir a la corte de los reyes desoyendo los ruegos de la reina y se asentó en Burgos definitivamente, dedicándose por entero al socorro de peregrinos y pobres hasta su muerte.
En nuestra ciudad siguió creciendo y expandiéndose su fama de santo milagroso, por lo que venían de todas partes a implorar su intervención.
Muchos fueron los milagros que relatan que hizo incluso después de muerto, por eso y antes de que así fuera reconocido, fue subido a los altares por la ciudadanía y tenido por el patrón de Burgos desde el mismo momento de su muerte que tuvo lugar en 1097.
Fue enterrado en la iglesia de San Juan Evangelista que ya desde poco tiempo después y debido a la gran fama de este santo fue conocida por todos como iglesia de San Lesmes.
Pero en 1387 fue derribada por orden del Concejo de la ciudad
Por cuanto está muy cerca del muro de la dicha cibdat
Y por ser un peligro para la defensa de la misma.
Posteriormente el obispo Gonzalo se avino a que se construyera una nueva en los solares donados al monasterio, es decir, donde está la actual iglesia de San Lesmes, trasladando allí el cuerpo del santo, donde reposa y es venerado por todos los burgaleses como santo protector de nuestra ciudad.
Son unos actos, los de San Lesmes, que cuentan cada vez con mayor aceptación. Cada año acude más gente ataviada con los trajes regionales .
Otro de los actos destacados es el reparto de los "roscos" de San Lesmes o la venta de panes que realiza la Hermandad Adelmus, para recaudar fondos para ayudar a los que llegan desde Loudun y Pessac.
LA CELEBRACION DE LA FIESTA DE SAN LESMES EN BURGOS
La capital burgalesa honra a su patrón, San Lesmes Abad, como es habitual, el domingo más próximo a la festividad.
A las 11 de la mañana, la Comitiva de San Lesmes, compuesta por grupos folclóricos, peñas, reinas y damas de la ciudad, además de representantes de Loudun, Pessac y La Chaise-Dieu y del Ayuntamiento, entre ellos el alcalde de Burgos, Juan recorren las calles de la ciudad desde el Paseo del Espolón hasta la iglesia de San Lesmes pasando por la calle Vitoria.
Tras la celebración de la eucaristía, la plaza de San Juan se abarrota de burgaleses a pesar del frío que suele afectar a la capital durante estos días.que se acercan hasta allí para degustar los productos típicos de la zona como son el chorizo o la morcilla, acompañados de los panecillos del patrón.
Que coloridos son los trajes!!! :D
ResponderEliminarQue trabajo para hacer tanto detalle, impresionante!! :D
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